jueves, 24 de junio de 2010

En sólo un día todo el dolor se ha disuelto como una gota de agua que se zambulle en el mar. Estoy más cerca de poder saborear estas noches de verano. De perderme en su espesura con un libro entre las manos mientras los ecos del patio interior me arrullan. Y dejarme llevar por la ópera que se cuela por mi ventana todas las tardes mientras mi cabeza transita otros parajes. Y vencer el hastío y abrir de una vez los ojos sin ningún peso más sobre mis espaldas. Erguida y con paso firme. Así es como quiero avanzar. Ligera y confiada.

( Carnivale me ha hipnotizado como si fuera la sustancia perfecta que anhelaban mi sentidos )

( Su mano sobre la mía, presionándome fuerte, llamándome sin cruzarnos la mirada )
Me encanta volver a los malos hábitos de los viejos tiempos. Cuando casi todo se ha quedado ya vacío, cuando el brillo se ha hecho opaco, sólo la imaginación y las palabras y una vida inventada a golpe de teclas disonantes puede salvarme.
Por eso vuelvo a la carga. Para reiventarme sobre la marcha. Para pintar los recuerdos con trajes de un solo tejido: el que cubre mis entrañas.

Un gilipollas engominado me ha seccionado el menisco y me ha regalado una duda: no tendrías que haberte operado. Esta clase de tipejos arrogantes alimentan mis fantasías más perversas. Suerte que al final siempre me quedo en la buena chica.

Mi casa es un proyecto inconcluso. Sólo quería insonorizar mi habitación y al final voy a fulminarme todos los ahorros en una reconstrucción acelerada de espacios obsoletos. Lavarme la cara me habría salido más barato.

Tengo el deseo dormido, hace siglos que no descanso como dios manda y varios interrogantes me acechan como buitres.

Pero mañana podría ser diferente.

( mi deseo mudo grita, así lo siento)

( intento enmendar el pasado, como si a alguien le importase)

( es bonito tener a Lila aquí delante, ensimismada con la pantalla del ordenador, entregada a mis caricias)