jueves, 30 de abril de 2009

Tengo una bolsa entre las manos. Zapatos nuevos. Podré abrir las cajas cuando me quede sola. Quiero que llegue el momento ya. Espero.
Y es que me he cansado de las converse. Y de tomarme la vida demasiado en serio. A lo mejor ha sido solamente una coincidencia: estrenar zapatos y aprender a querer. Tirar la ropa vieja a la basura y desatar algunos nudos que me rasgaban la piel.
Hoy saldré volando a otro lugar. Cargada de regalos y de una maleta caótica que no deja de recordarme todo lo que se me ha olvidado meter y todo lo que me sobra. Las malas costumbres son contagiosas y mi maleta se parece a mí, qué le vamos a hacer.

(Dormir en el avión y saber que estás en mí. Y disfrutar y reirme mientras te echo de menos y espero el momento de volverte a ver..)

miércoles, 29 de abril de 2009



Amarillo..

martes, 28 de abril de 2009

Soy un lago en calma azotado por el temblor inesperado de la tierra lejana.
Una gota de agua que se pierde en la superficie voraz e inestable del mar infinito.
Soy el pájaro que vuela detrás del eclipse, pegado a tu corazón.
La ranita olvidada de un cuento desgastado que nadie escribió.
Soy la pistola que jamás dispararé. La sangre coagulada en la más dulce de todas las heridas.
El deseo estrangulado.
El oxígeno que explota atravesando el espacio que me separa de alguna frontera, línea ocre donde poderte amar.
Soy el estallido sordo de una voz que derrama solamente blancura mientras el mundo oscurece. Sin apenas apagarse.

Cosas así se me pasan por la cabeza antes de irme a dormir.

En mi vida soy la que se dedica a ayudar a otras personas y a buscarse el equilibrio. En la tuya un personaje más. Unas letras en la pantalla del ordenador. Un dulce olor. Una voz para cerrar los ojos y no esperar otra cosa.

lunes, 27 de abril de 2009

Cero autocompasión y cero dramas. L. y A. se han enterado en su salida de fin de semana de que sus respectivos perros han muerto.
Nadie se lo había contado. En el caso de L. ha sido por delicadeza y en el de A. porque A. no tiene a nadie que le cuente ese tipo de cosas. En realidad A. sólo tiene unos padres extraviados en mitad de un Alzheimer inclemente y una hermana que no le perdona el pasado.
Qué le vamos a hacer. Yo creo que murió de pena, me dice L.
A. se encoge de hombros y pone esa carita de resignación que pone ante casi todo lo que le pasa últimamente en su vida.
Los dos me resultan encantadores y fuertes.
Merecedores de algo mejor.

domingo, 26 de abril de 2009

Estamos sentados alrededor de una enorme mesa. Comemos cosas deliciosas y hablamos sin prisas. Le digo a Gonzalo, casi por casualidad, que tengo la sensación de llevar la vida que quiero llevar. Y él me responde, así, sin más, que en eso consiste la felicidad.
Aunque la conversación sigue su curso y se pierde en otras direcciones, sus palabras siguen sonando en mí como un eco revelador de alguna verdad escondida.
No cambiaría nada de lo que tengo. Supongo que en eso también consiste la felicidad.

Anoche caí redonda antes de las once. Soñé con un perro muy grande al que me acercaba y acariciaba, valiente.
Durante el día de hoy he hecho cosas del tipo jugar a un bonito juego que consiste en ir tocando flores en un inmenso campo verde, emocionarme mientras leía Seda, ver dos películas que contaban historias de personas que tenían sus vidas partidas y que buscaban alguna salida, retocar fotos para después revelarlas y compartirlas y dejarme acariciar por el sol y por las manos del chico que amo.
A veces siento el cielo tan cerca que quisiera parar el tiempo y estar, sólo estar.

miércoles, 22 de abril de 2009

Un ratito fugaz para dejar mi rastro antes de comenzar la mañana.
Hoy me han despertado los maullidos de Picasso.O quizás primero me he despertado yo y después él, siempre al acecho, ha empezado a gritarme, insistente y caprichoso, para que le abriese la puerta.
Pensamientos en masa sobre mi cabeza antes si quiera de sentirme dueña de ellos , sueños fragmentados que repaso y olvido rápidamente, radio 3 y una canción pesada como un martillo de Joy Division mientras me lavo los dientes. Y las noticias, a las que apenas hago caso por más que me cuestiono la necesidad de conectarme al mundo. Un momento. Algo ha captado mi atención esta mañana. Rita Levi Montalcini hoy ha cumplido 100 años. Sigue investigando y dice que el cerebro nunca debe jubilarse. Me gusta esa mujer.
Después la calle que me conduce al tranvía. Canciones de Foo Fighters en el mp3 que me hacen sonreir mientras viejas sensaciones desdibujadas recorren mi cuerpo, un mensaje para decirle a Dani todo lo que le quiero y una punzada de tristeza cuando leo a Guille y lo imagino la tarde del lunes mirando el reloj sintiendo que se le escapa el tiempo, que las horas son solamente la víspera de otra semana de trabajo y obligaciones.
....
J. entra por la puerta con su carita de niño asustado, formal hasta el dolor y el sinsentido. Yo le trato con cuidado, como si se pudiese romper en cualquier momento y pasamos parte de la mañana preparando un nuevo programa de rehabilitación.
Más tarde llega el momento de mostrarle un video a L. Sensacionalismo del que te hace vomitar para las tardes del domingo. Lleva ya dos meses insistiendo en que su diógenes eran unos cartones y un par de pláticos en el patio, los recogía para mis dos perros. Pero las imágenes dicen otra cosa. Varias toneladas de basura, tipos con máscaras esparcidos por toda la casa y kilos de desolación y podredumbre que no consigo acoplar con la persona que tengo sentada al lado.
Joder, siento que la estamos violando. No puedo evitar sentirme incómoda y apenas la miro.
Sesión clínica anodina y ya no puedo más. Hoy el cuerpo me ha frenado en seco. Adiós a la hiperactividad de estos días y siesta forzada que las extrasístoles mandan.
La tarde es tu cuerpo y los besos. Palabras que no importan demasiado y un amor que hoy cumple nueve meses y que sigue creciendo y haciéndose más fuerte, más dulce, más parte inseparable de lo que yo soy.

domingo, 19 de abril de 2009

Cargamos con una colección de verdades inventadas, tan absolutas e incuestionables como irrazonables y perturbadoras, sobre el mundo y sobre nosotros mismos, capaces de provocar un cataclismo por dentro, de arrasar a su paso, de disparar una reacción en cortocircuito, imparable y eterna y ciega a cualquier vivencia capaz de destruirlas.
Son verdades a medias que asoman la cara cuando bajamos la guardia. Perversas mensajeras de tez oscura y alma corrupta. Son las sombras de noches pasadas, el frío de otros inviernos.
Pero yo quiero dejar entrar la luz y el calorcito, los mismos que están ..
En tu forma de mirar, en tu sola presencia.
En los momentos redondos y en los que me clavan sus aristas sin que mi piel ya curtida, sangre.
En la serenidad y el cobijo y en medio de la intemperie que es sólo un instante, que pasa sin más.

Domingo nublado de una primavera que se hace esperar. Estos días han sido bonitos, como tantos otros. Me he reido mientras me dejaba llevar por el alcohol y la música y los resquicios de este alma adolescente que no pienso soltar por el camino. He disfrutado de cosas que valen mucho más cuando las comparto con Dani. He estado con Sonia, compañera incondicional de viaje capaz de darme la seguridad que por momentos me falta.
Estos días he sido afortunada, lo sé.

jueves, 16 de abril de 2009

Mentiras. Estos días he pensado en las mentiras. En la delgada línea que recorre lo certero para adentrarse en la impostura. En mis contradicciones y mis arrebatos y los vaivenes de la vida que me nublan estos ojos imperfectos.
Deseos. De intensidad y sentido. De domar a la fiera. De saber ponerle freno a mi insensatez. De no dejarle al tiempo que me gane la batalla.
Sensaciones. Que intentan abrirse paso entre tantos nombres. Losas que asfixian al cuerpo dormido.
Sed de quietud. Sed de brillo hecho de cualquier material que no pueda definirse con conceptos antiguos agolpados en la memoria.

Hoy es Jueves. Me encanta el tacto de la palma de tus manos sobre mi piel. Y dormir con Lila pegada a mi pecho. Me gusta esta sensación de tranquilidad esquiva que por instantes me conecta con la vida que quiero llevar.
Deslizarme por los rincones y sonreir. Es suficiente.

martes, 14 de abril de 2009

Llego al trabajo y me subo directamente a la planta. Es la hora de la ducha y huele a colonia barata y pelo mojado. Sé que estorbo a estas horas . Las enfermeras, porque hoy sólo hay chicas detrás del mostrador, se mueven a toda velocidad mientras van anotando las incidencias de la mañana. Yo necesito recoger algunos datos y es el único momento en que puedo contar con todas las historias. Voy pasando hojas buscando los últimos diagnósticos de cada paciente. Algunos tienen tres diferentes recogidos en el último año. Y se supone que yo tengo que convencerles de algo. De lo mismo que dudan los portadores oficiales del saber, los que al menos en teoría están legitimados para decidir qué tienes. ¿Qué tienen ellos?. Quizás sea mejor arrancar las etiquetas. O llevarlas colgadas en la frente, pero todos. Nosotros también.
Después nos toca leer el periódico. Ellos buscan una noticia y la cuentan. No vale leerla mientras la explicáis y que la entendamos todos, repito cada martes. M. es nuevo y no deja de interrumpir. Saco mi lado chungo y se calla. Me cuesta tan poco imponerme como rozarles sin miedo. M.A. está enfadado. Me mira con rabia mientras nos cuenta algo que apenas tiene que ver con la noticia que ha leido. Nos explica que hoy en día se confunde la libertad con el libertinaje y que el mundo es injusto y oscuro , invirtiendo e inventando las razones. Observo a uno de los tres auxiliares que me acompañan hoy. Se ha puesto al final de la sala y está leyendo un libro. Es un tipo muy serio y tosco y me va a tocar decirle que para leerse un libro ( cómo adelgazar follando, concretamente) se puede quedar en la planta. Joder. Seguimos con la ronda mientras A. grita que necesita ayuda, que no puede concentrarse. Le toco el hombro y le digo que se tranquilice. Cuando le llega el turno, sonríe nerviosa y pierde el hilo mientras intenta hablarnos del museo de los cuentos de los Realejos. Yo me esfuerzo para que se centre mientras sigo con mi mano apoyada en su delgado hombro que tiene el tacto de un pijama azul de hospital.
En media hora volvemos a vernos. Esta vez toca relajación, versión Esther. W. se queda frito y A. grita de júbilo lo maravilloso que está siendo este momento. Shhh. Los demás intentan seguir mi voz mientras se dejan llevar. Despacio, muy despacio.
Nos volvemos a encontrar a última hora de la mañana. Me han pedido hacer estimulación cognitiva todos los días en vez tres a la semana. Los mismos pacientes amotivados de los que me hablaban hace años. Y es que Esther, con el paciente crónico es imposible hacer nada. Si, si.
Hora de la comida. Hoy en la puerta del comedor está tirado uno de los pacientes de psicogeriatría. Papitas, me pide. Yo no le hago demasiado caso. La costumbre.
En la bajada a casa me cruzo con alguien que no me gusta. Me cuenta algo y tengo dos opciones. Callarme o decirle que una mierda, que lo que dice no es así. Tiro por la segunda alternativa, total.. y aunque segundos antes acababa de asegurarme que cogería el tranvía porque la hernia la está matando, termina acompañándome hasta la puerta de mi casa. A pie, claro. Me alegra reconciliarme con el enemigo. Y es que soy una bocazas que sigue creyendo en la gente.
Después subiré a la cuarta planta para ver a Mabel. Hace ya un par de meses que nos hemos perdido la pista. El corte de pelo y el uniforme blanco le dan un aspecto aniñado. Charlamos sentadas en el recinto de enfermería rodeadas del silencio tenso de la planta más desangelada y aséptica.
También está la llamada de César y la noticia de que al menos provisionalmente volverá a Madrid, las cosas que Sonia me cuenta y que por momentos parecen un eco de las mismas cosas que me cuenta mi cabeza, el recién estrenado reencuentro con amigos del pasado y con una Esther que deja marca.
Y la vocecita de Dani al otro lado del teléfono. Y mi sonrisa al escucharla.
Silencio.