miércoles, 30 de septiembre de 2009

Respira hondo y procúrate un reducto de paz y sosiego. Sublima toda esa ira o pregúntate de dónde la has sacado. Apunta directamente al objetivo y mucho cuidado con disparar al punto equivocado. Que sólo corra la sangre justa y necesaria. No te arrepientas y aprende a asumir las consecuencias.
Eso o directamente dedícate a cultivar flores.
Pero si te lanzas al campo de batalla olvídate de que nada vaya a ser fácil.

Mi pelo ahora es rojo. Estoy casi obsesionada con a dos metros bajo tierra. Escucho a Sonic Youth y Stone Roses. Sueño con acantilados que soy incapaz de atravesar, con el peligro que me acecha. Me ha invadido un sentimiento de disconformidad con cuestiones que hasta hace poco me parecían soportables.
Y no sé qué pasará mañana.

martes, 29 de septiembre de 2009

" A los pacientes hay que ponerles límites sin darles ninguna explicación . Si no los aceptan y se alteran, entonces es que están maníacos ".
Después de escucharla decir esto sólo me queda una opción: prenderla fuego a todos sus zapatos y vetarla la entrada al Corte Inglés de por vida.

Creo que Cristina va a tener toda la razón del mundo: ese rictus y esas maneras son la expresión inequívoca de estar muy muy mal follada.
Aunque, por otro lado, los hay que no follan ni por casualidad y son un jodido cielo.
Qué dilema.
Tengo mala memoria. Soy excesivamente despistada.Y me desilusiono a la velocidad del rayo.
Además me cuesta aceptar como legítimos mis sentimientos, por lo que constantemente tengo la sensación de que debería sentirme de otra forma, de que mi tristeza es sólo un fallo en mi caótico sistema.
De aquí a la culpa sólo hay un paso.

Sin embargo suelo despertar buen rollo en los demás y me gusto a mi manera.
Podría ser más guapa, de acuerdo. También menos torpe.
Pero supongo que entonces ya no sería yo y en ese supuesto esta historia perdería su encanto.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Hay un grupo de escritoras que se dedican a exhibir sus entrañas sin tapujos, y hablan de su cuerpo y su sexualidad sin pudor, provocándote la arcada, arañándote toda sensibilidad, sacudiéndote el amodorramiento al que te has vendido.
Es el nuevo realismo sucio de las féminas del siglo 21, las chicas malas que un día soñaron con Raymond Carver mientras un tipo sudoroso y borracho las desvirgaba en el asiento de atrás del callejón más oscuro de la ciudad.
Intelectuales, alcohólicas, lesbianas, farsantes, sexys o venus demacradas.
Todas empeñadas en encontrar la belleza que se esconde tras la desolación. Sumergiéndose en las sombras y en los rincones condenados al olvido.

( y es que seguimos anclados en lo políticamente correcto, atrapados en la mesura, anestesiados hasta decir basta).
La psiquiatría es una ciencia demasiado inexacta para estar en manos de personas tan mediocres. Incluso diría que el sustantivo personas se les queda grande. Porque ser persona es un proceso complejo que no está al alcance de cualquiera.
Bestias con título universitario sería una definición más precisa.
Aunque vistan de Armani o cuelguen en sus despachos imágenes de Cristo nuestro señor.
Bestias está mucho mejor, decidido.

( y sí, hoy no quiero ser correcta, ni siquiera justa; hoy he vuelto a ver como alguien hipermedica hasta la sedación a A. sin ninguna razón, absolutamente ninguna; como S. es insultada y despreciada por su médico que la amenza con tomar represalias si no agacha la cabeza, cuidadito; como se castiga el delirio y se le equipara a la categoría de los actos delictivos con la diferencia de que aquí no hay defensa para los indefensos, ni el debido respeto; como se menosprecia el trabajo de enfermería y se desprecia cualquier opinión que cuestione a la máxima autoridad, al poder impuesto por un puñado de estúpidos.
En cuanto al trato que yo recibo poco importa si no fuese porque es la consecuencia de un ambiente rancio y opresivo y porque al final el que sufre, el que de verdad sale jodido de todo esto, es el enfermo psiquiátrico, el paciente con más paciencia y aguante que existe.
Manda cojones.

Y sí, hay quien se salva, hay quien hace las cosas bien o al menos lo intenta.
Y no, yo no soy ningún ejemplo para nada ni para nadie, sólo alguien que se revuelve por dentro y por fuera, con ganas de ayudar y un saco de defectos en la espalda).

viernes, 25 de septiembre de 2009

A. está siempre encogida y su ceño permanentemente fruncido . El lado izquierdo de su hinchado cuerpo tiembla sin descanso y aunque he oído decir que es una mujer desconfiada y de difícil trato, yo le digo cosas bonitas y le pido que se deje ayudar, que baje la guardia y levante la cabeza para así no perderse los colores del paisaje.
Hoy A., cuando le ha tocado su turno , ha dicho que necesitaba un abrazo, que eso era lo que realmente quería.
Y Esther, una auxiliar de voz ronca y corazón grande , se ha levantado y allí en medio del grupo de la mañana, la ha estrechado entre sus contundentes brazos, con la única condición de sentir tu abrazo, así, más fuerte...
-¿Alguien más quiere abrazar a A.? , he preguntado.
Y sí, muchos lo han hecho, sonrientes y generosos y emocionados a pesar de ese aplanamiento afectivo que todos los libros se empeñan en asociar indisolublemente con la esquizofrenia.
-Esther, quisiera llorar, pero no puedo.
Déjate llevar sin miedo, le digo mientras la abrazo yo también.
Lucha contra esa camisa de fuerza química que llevas puesta, le gritaría.

(más tarde, en la reunión de la mañana, me toparé con el auténtico aplanamiento afectivo que existe en este lugar, con esa ceguera autocomplaciente que todo lo impregna, hostia puta ).

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Sonrío por dentro mientras me voy tropezando por el camino con gestos, palabras, detalles, que hacen de mi pequeño mundo un lugar más apacible donde habitar sin miedo.
Y cuando miro alrededor me cruzo con otras miradas que iluminan mis pasos y mis ojos resplandecen y mi corazón salta y se empeña en no pararse jamás. Resiste, le digo.

Es Sonia y su compañía incondicional, tan necesaria.
Dani y esa sensación de calma que me produce, como si de fondo sonase siempre mi canción preferida, ya lo sabes.
Jaime que por fin empieza a salir del agujero y a escapar del terror que le había roto en mil pedazos.
César siempre en otro lugar y siempre a mi lado.
Laura y Ruth que me dicen, sin reparo, lo agradable que es tenerme cerca, agradecidas y llenas de una vitalidad recubierta de inocencia transparente.
Nancy y Justo sacándome el lado más payaso y divertido, guardándome un hueco siempre en sus vidas.
María y nuestras largas charlas al lado de un batido de fresa y la tarde haciéndose noche.
Tania con esa vida revuelta y ese nudo en el estómago que se disuelve al rozarnos.

Y todos los que sacan de mí lo mejor, los que me admiran y me valoran tanto, y también los que me ponen de frente con mis demonios, sólo así podré domesticarlos, me repito hasta casi creerlo.
El sexo está sobrevalorado, me dice L. pausada, con ese acento belga y esos ojos azules rebosantes de fracaso y sinsabores.
Cuando estás a su lado puedes sentir una ráfaga de nostalgia y abatimiento, puedes tocarla incluso y tener la certeza de que aún late el deseo en aquella mujer delicada, condenada a ser madre por encima de todas las cosas.

Y yo me sublevo ante semejante afirmación porque en realidad yo no estaba hablando de su sexo marchito, ni de la sexualidad amputada a base de neurolépticos y autocompasión de su hija enferma.
Yo sólo quería decir que el paciente psicótico siente y sueña y extraña otra piel y otros fluidos tanto como lo hacemos nosotros, los del otro bando.
Y sin embargo, casi nadie habla de ello. Como si el no poder amar fuese sólo un mal menor, un efecto secundario minúsculo.

Mentira.

martes, 22 de septiembre de 2009

M. ha vuelto por aquí; demacrada y con un corte de pelo ridículo; vencida y respetable, portadora de una clase indestructible inmune al letargo en el que ahora habita.
Mujer del este misteriosa.

También ha vuelto A. Alarmantemente delgada y exactamente situada en el mismo punto en que se fue: el de la negación más aplastante y absoluta de su enfermedad mental.
- Esther, ¿no hueles a azufre?. Me pregunta asustada.
Yo les pregunto a los demás y todos niegan con la cabeza.
Ella sabe que la muerte está cerca y llora desconsolada mientras baja la cabeza y obedece, maldita suerte la suya: de nuevo varios meses de condena para que al final y al cabo nada cambie. Para no molestar a nadie.

La locura es una desgracia que ahuyenta incluso a los más bienintencionados.

Hoy ha vuelto el otoño. Sin un manto de hojas en la avenida ni los abrigos saliendo a toda prisa de los armarios. Sin aspavientos ni tonos dorados en el aire. Silencioso y de puntillas, abriéndose paso poco a poco entre nubes grises y un calor sofocante que por fin se va apagando.

Y mientras los acontecimientos suceden, todos dibujan árboles y casas y personas y oímos música de otro tiempo y les escucho maravillada hablar de su enfermedad como no hablan los libros ni los expertos encerrados en sus cuevas de polvo y pretenciosidad.

Y después viene el masaje y nuevos colores en mi pelo y una tableta de chocolate, para volver a casa y besarle.

Qué suerte la mía.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Sabes perfectamente que podrías llegar mucho más lejos si te lo propusieras. Que sólo el esfuerzo es sinónimo de calidad. Que la mediocridad siempre te ha resultado detestable.
Sabes que ha llegado la hora de guardar el látigo destructor. Que, por fin, eres capaz de soportar casi todo el tiempo sin esa necesidad permanente de lanzarte en caída libre hacia el abismo olvidado.
Sabes lo suficiente para entender que aún no sabes la respuesta.
Pero te acompaña la lucidez y el odio en retirada.
¿Lo sabes?
El equilibrio es una renuncia; un pacto con el diablo de las convenciones y el hastío; un ejercicio de autoengaño eterno; una tabla de salvación para no perecer en el sinsentido, para no cruzarte de frente con ningún riesgo, para no sentir el vértigo de los espacios abiertos hasta el infinito devorador.
Cosas así se me pasan por la cabeza después de escucharles. Están haciendo un esfuerzo porque se supone que es lo que tienen que hacer. Porque un día se prometieron amor para toda la vida y detrás de la promesa vinieron dos niños y una sentencia a cadena perpetua que se llama familia.
Los sábados se reúnen con otras parejas cristianas y hablan de ello: el amor y dios, la decadencia y dios, el aburrimiento y dios, el sexo y todo lo que un día fue y ya no será.
Y hoy están aquí porque si siguen intentándolo y ponen todas las ganas, quizás la historia tenga un final feliz...
Ella podría controlar su neurosis y transformar toda la rabia acumulada haciendo patchword y perdonando a su padre, un tirano de ojos tristes que nunca la miraban.
Él es un buen tipo y sólo necesita dejar de escuchar los lamentos de ella; una parcelita minúscula hecha de espacio para él solo; asegurarse de que sus hijos se ríen al menos una vez cada día y alguna paja que otra
mientras sueña con los muslos de porcelana de la última paciente atractiva que le abrió la boca de par en par cerrándole todo lo demás a aquella máscara con tenazas que hurgaba en sus cavidades .

El amor es un jodido misterio.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

.... en un rato sentí sus labios sobre los míos; dormí y me quedé atrapada en una siesta pesada con el bochorno de la tarde a mis espaldas; me conmoví viendo Libero, una peliculita italiana creíble, sin grandes pretensiones y capaz de tocarte el corazón; escuché al otro lado del teléfono las voces de María y de Sonia, cargada de un montón de buenas noticias ( que si mañana empieza en su nuevo curro, que si ya han conseguido batera, que si su nueva amiga ya puede respirar tranquila después de la biopsia del tumor maldito)

.... en un rato le cogí de la mano mientras nos reíamos con el primer capítulo de la segunda temporada de a dos metros bajo tierra

y nos atiborramos a ensaladilla rusa mientras él se mordía la mandíbula y yo le decía en silencio todo lo que le amaba.
El mayor desafío no es ser uno mismo. El más grande es querer ser lo que en realidad se es. Y querer a los demás tal como son.
Después están otros desafíos menores, y no por ello menos difíciles, como aprender a dejarte de hacer preguntas que no tienen respuesta o aceptar que puedes ser tan grande o tan pequeño como te sientas en un momento dado.
Para mí, la vida misma es un inmenso desafío de proporciones inestables y difusas, y cada instante una encrucijada, acechada por el desacierto y la culpa y a rebosar de ganas y más ganas de todo.

Miércoles de psicoeducación familiar. Suenan móviles y hay alguien que entra y sale de la sala como si estuviera en su puta casa. Os agradecería que no hubiera interrupciones, suelto, tragándome cualquier señal de acritud o mala uva. Grr.
Al terminar digo que ya hemos terminado y todo el mundo ríe. No entiendo donde está la gracia y además, nadie se levanta. Será que no quieren marcharse, pienso. O quizás es que tengo cara de chiste, quién sabe.
Cuando por fin conseguimos despedirnos de la última madre, que pregunta en tono de súplica si su hijo mejorará aunque sea sólo un poco ( ¿es pecado mentir?, me digo ), Dalia me dice sonriente que le ha encantado la sesión. A mí me pasa exactamente lo mismo.
Reconozco el trabajo bien hecho y reconozco a la gente que es algo más feliz después de haberme colado un rato en sus vidas. Y son esas dos cosas las que me hacen disfrutar y las que visten mi conciencia de colores brillantes y luminosos.
Además hoy he puesto algo de orden en mi caótico despacho.
Todavía sigue habiendo muchas fotocopias por todos lados, una maceta con una planta que le queda grande, dos cuadros de tonos chillones y contenido incierto, juegos tirados por el suelo, tres botes hasta arriba de rotus y bolis, un archivador del viejo manicomio, dos muebles desgastados que no pienso cambiar hasta que se caigan a trozos, una camilla verde para " hacer sesiones individuales de relajación", je , un corcho atravesado por tres chinchetas con sus respectivos horarios,idénticos a los que me hice hasta quinto de carrera, una radio que a ratos me transporta al universo de radio 3, varias flores artificiles que alguien me hizo y que parecen de verdad y un sinfín de objetos más o menos útiles, sin los cuales estaría completamente perdida.
Para ser sincera antes el contenido de esta habitación era el mismo, con la salvedad de que he tirado algunas hojas y de que revolverlo todo me ha hecho sentir mucho más eficaz y responsable.

En un rato besaré a Dani y le abrazaré fuerte. Comeremos y nos tiraremos al sofá. Y pensaré en lo dulce que es tenerle cerca y lo maravillosamente imperfecto que es todo. En mi suerte despierta.
En el amor que por fin ha llegado para quedarse.

martes, 1 de septiembre de 2009

K. está fuera de sí. Desencajada y sin aliento. Buscando alguna respuesta que le alivie el dolor, persiguiendo con las manos atadas la absolución de los pecados no cometidos.
Aunque curres en un manicomio impresiona ver a alguien así.
Ayer , coherente y razonable, cumpliendo perfectamente con el rol de la cordura y hoy, aterrada, con el miedo dominándola y sumiéndola en una pesadilla de códigos confusos, indescifrables desde la lógica o el pensamiento que se viste de racionalidad y nadie le descubre.
Intento penetrar en sus inmensos ojos azules y tranquilizarla. Ella me toca y me dice que en mí sí confía, que son otros los que quieren...no puede seguir hablando porque de hacerlo me asegura que se desplomaría.
Sabe que la van a matar con la misma seguridad que yo sé que vivo en una isla o que mis zapatos son granates. Lo sabe y el pavor la hace bailar y reirse a destiempo, con un cigarrillo en la mano que espera inquieto su hora: aquí todo y todos han de regirse por unos horarios establecidos y eso hasta los más locos lo terminan captando.

La huida está difícil cuando el enemigo está tan adentro. El remedio de los expertos es un ajuste tardío de la medicación pautada, el de los inexpertos son sólo las buenas intenciones. Aunque no sepamos nada de nada.

( estos días la compañía que son risas y es calidez, de Lánder y Yerai; el tiempo ocupado, la playa y las nubes por debajo de nuestros ojos; los kilos que se me acumulan en los costados porque la felicidad viene acompañada de montones de calorías; pelis malas de chicos descerebrados que arrasan en las taquillas; el corazón recordándome a cada momento que he de ser fuerte y no venirme abajo con tantas putas arritmias; un juego de cartas de unos topitos que vienen de muy lejos; gestos dulces y amor compartido... y todo lo que está por venir. ).