jueves, 7 de octubre de 2010

Suena una bonita canción de Calexico y mientras tanto me acuerdo de él. Con su carita de viejo prematuro y sus ojos tristes. Incapaz de gobernarse. Me da miedo matarle. Me aterra matarme. Solo en la derrota y lo suficientemente lúcido como para no soportarse. Porque una vida de mierda no la sobrelleva cualquiera. Basta ya de tantos golpes gritó una soga en su cuello una mañana de lunes. Y nadie escuchó el crujir de sus huesos. Fractura final y una historia clínica menos en los estantes de cualquier planta de psiquiatría.

Y con su pérdida yo vuelvo. A la boca de un desierto que tanto echo de menos. A la aridez de la ausencia sentida. Al oasis de las palabras que brotan de mi garganta callada.

O quizás, no.