martes, 30 de septiembre de 2008

Últimamente me pasan muchas cosas. Podría enumerar hechos y citar a personas que van dibujando el mapa sobre el que me traslado. Recorridos que convergen siempre en el mismo punto. Porque aunque todo es valioso y nada me sobra, el eje de gravitación es único y especial. Ya lo sabes.
Martes de entrega. De caos en el trabajo que me hace reir y me hace dudar y tambalearme unos milímetros, los suficientes para percatarme de que he de poner todos mis sentidos en lo que está pasando. A la locura hay que escucharla porque esconde un sentido frágil y aplastante. Más real que la inercia hecha vida , rebosante de cordura y lógica, de muchos.
Martes para pararme un ratito y escribir en el cuaderno de láminas de Mucha. Bellas ninfas de pelo largo ensortijado de flores , curvas perfectas y miradas que se pierden detrás de la luna y de los sueños. La libreta que compré en un aeropuerto de Praga y que hoy releo con avidez, con el ansia de quien quiere descubrir la respuesta a sí mismo. Buscando la esencia de lo vivido, la pauta que marque el camino, el perdón y la verdad juntos.
La tarde la paso con María. Cercana y a la distancia suficiente para hacerme sentir cómoda. Para escucharla con atención, disfrutar de su presencia y desear compartirme con ella.
Antes de las seis ya estoy en tu casa. Hoy soy capaz de coger las llaves según las lanzas. Maldita torpeza que a veces no sé cómo interpretar .
Después el sillón, conversamos, tu cuerpo que llama al mío desde el silencio de las pieles que chocan, la cama que nos acoge intensa y feliz, canciones y todo el amor del mundo condensado en unas horas perfectas.

El horizonte es una delgada línea que da paso a las estrellas. La luz late desde dentro. Acompasada y eterna.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Siento, luego existo. Lucho, luego pienso. Amo porque he encontrado a quien amar. Con todas mis imperfecciones y todo el lastre que llevo encima, pero de verdad.
Más allá de la realidad hay un camino curvado de tonos suaves que me dice que me deje llevar, que me seduce y me dice que me deslice con los ojos cerrados, que detrás del paisaje se esconde otro y ahora sí, puedo entrar y mirar.
Es el mundo invisible de los besos, del olor de otro cuerpo, de la complicidad, la confianza, la intimidad, los proyectos en común, la fascinación , la calma...Es el lugar que me hace invertir mis prioridades y darles un nuevo rumbo. El que me hace desear quitarme todos los pesos innecesarios de encima para ser mejor que antes.
Mejor de lo que era ayer pero siempre la misma, la que te adora.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

El domingo por la mañana Sonia llamó a la puerta de mi habitación para decirme, entre lágrimas, que la abuela había muerto. Que ya no vería más a la mujer que tanto me hacía reir, la que me acariciaba las piernas mientras háblábamos sin parar, la que se estaba apagando poco a poco entre chutes de nolotil y pañales de los dignos, de los que te cambias tú solo las veces que haga falta, sin quejas ni jodidos lamentos.
El domingo me puse un jersey amarillo pensando en ella. Porque de ella copié mi color favorito. Amarillo vida. La misma que se te ha escapado mientras dormías. En silencio y sin hacerte notar, exactamente igual que como habías vivido. Sin dejarle nunca terreno a la autocompasión ni el victimismo. Burrita de carga toda la puta vida que aceptó un destino injusto de dolores que no cesaban nunca. Esther, yo ya no sé si me voy a curar.
Mirarme en los ojos de mi abuela ha sido una de las mejores cosas que me han pasado. A su lado me sentía segura, importante, querible. La nieta lista y valiente que todo lo sabe aunque sea sólo durante un ratito, el que tú estabas cerca.
Golondrina inquieta, traviesa, que se enamoró del hombre equivocado( siempre me lo decías), que aprendió a callar y a criar hermanos y después hijos propios. Paseos interminables con el cántaro al hombro porque había que servir. Primero a tu padre prematuramente enviudado, después al señorito y luego a tu familia, boca de lobo que confundiste con alguna especie de remedio de todo lo anterior.
Servir. Tenerlo siempre todo limpito. La comida lista. Tus cremas en aquel minúsculo baño, alargado y estrecho, sin lugar para una miserable bañera. Tu palangana. Las paredes deconchadas con pósters de coches amarillos o de lo que sea que cayera en tus manos. El orden de la escasez bien llevada. La nevera siempre llena para todos los que pasábamos por allí.
Hoy te he echado de menos viejita.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Ayer no tuve un buen día. A veces el dolor me asalta con una gran máscara y no me deja verle la cara. Y entonces busco razones y me invento rasgos de un rostro que podría ser el mío pero no consigo reconocer. Y tiro de elementos tan cutres como las teorías del apego o la fragilidad del tiempo. Y cuanto más invento más se oscurece todo y menos consigo ver. Hasta el punto de dormirme plácidamente y despertar con la cabeza algo más en su sitio.
Y ponerme los pantalones verdes que me compré hace unos días y comerme una ración de nueces con pasas y encontrarme en el despacho un regalo que me hace sonreir y que aún sabiendo que es para mí no me atrevo a abrir hasta que alguien me diga que sí, que es mío. Después sólo queda hablar con personas a las que quisiera ayudar, eutimizantes, psicoeducación, un mapa de España con sus autonomías, lugares que casi nadie de los que están aquí han visitado ni visitarán, un café con Mabel a toda prisa, cuéntame como estás, llamadas teléfonicas, visitas inoportunas, la mala leche justiciera que me sale por los poros y el imán de mi tarjeta rozando la máquina que me dice hasta mañana Esther, como si me conociese de algo.
Eso sólo es la mañana. La tarde es la sensación de querer y ser querida. Es la música de sigur ros, bellas imágenes, tú y yo, las cosas que escribes, las que yo te cuento, tu generosidad, mi entrega. Nada más y nada menos. ( sé que me repito hasta la saciedad pero, joder, qué suerte la nuestra).

martes, 16 de septiembre de 2008



Buscamos la belleza juntos. Nos hemos encontrado y ahora todo resulta más fácil. La verdad resplandece inmóvil, en lo alto de ninguna parte. Luz infinita que se cuela por mi alma, que la pinta de colores hasta ahora deconocidos. Que emerge y se sumerge por todos los rincones. Por tu cuerpo, por el mío, por este universo recién creado.
Bienvenida a este milagro que es la vida, Paula. Enhorabuena Maripati.

martes, 9 de septiembre de 2008

Ahora escucho la radio por el itunes. Ya no tengo canal plus ni hablo por el messenger. Ahora el tiempo es una fruta dulce que quiero exprimir hasta el final, lentamente. Me siento más ligera de equipaje y mis manos me parecen mucho más bellas desde que las contemplo cuando te acarician. Ahora hay una estela, un rastro que marca una dirección. Un camino de luces, de sombras inofensivas. Un sendero flanqueado de esperanza.
Martes completo fuera de casa. La mañana resulta productiva, gratificante. Como en La Laguna. Tasca Viana y la mejor tarta de chocolate en el café Época. Por fin agujereo los cinturones. Pierdo kilos en proporción a la felicidad ganada. Termino en casa de Dani. Unos videos de unos tipos interesantes, sigue, no pares...

lunes, 8 de septiembre de 2008




My sis.
Lila me mira desde su nuevo hogar. Una caseta de tela que me ha regalado Justo. Tío, dame algo para mis gatos, anda. El salón está desordenado, la caseta en medio de todo el desorden. Pero eso a Lila se la suda. Chica lista.
Acabo de llegar del curro. Hoy casi caigo presa de algo parecido a la desilusión. Ha habido varias recaídas en la planta y yo no sé muy bien qué puedo hacer aparte de transmitir a los médicos lo que ha pasado esta mañana (grupo caótico de cojones, yo imperturbable por fuera). También puedo escucharles y darles cierto aliento. Pero eso sólo sirve en contados casos. En otros habría que rehacerles la vida entera. Surcar sus entresijos químicos y ponerlos del revés. Inventar un remedio definitivo contra la ruptura del alma.
Del resto del día están María y Cristina llenas de entusiasmo y de energía. Un mensaje en el móvil que me hace feliz. Los recuerdos de anoche. Aunque de eso prefiero hablarte al oido. O quizás no hace falta. Mirarte es suficiente para que sepas todo lo que me está pasando por dentro. El cuerpo habla por mí, sin miedos ni pudor. Delicadeza animal.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Busco algo de información en la red sobre Peter Hobbs y apenas hay nada. Las mismas reseñas que aparecen en la portada de sus libros y un par de imágenes. Le miro. Es atractivo, sus labios son finos, pómulos afilados y unos grandes ojos marrones de mirada socarrona. Tiene la belleza de una niñita que no ha roto un plato. Parece un tipo frío y lúcido, de los que no se quejan demasiado aunque sepan de que va la historia.
Leer profundo mar azul me ha supuesto una experiencia de reconocimiento. Al fin y al cabo Peter Hobbs habla un idioma universal. De la angustia existencial no se libra ni dios. La diferencia sólo la marca la manera de hacerla frente y la forma de articularla y ponerle cara.
Enfermedad, decrepitud, el vértigo que impone el azar, el cuerpo como destino, incomunicación, soledad, distancia doliente del otro, pérdidas, rabia, pasados aplastantes que hacen del presente un lugar irrespirable, fatalidad, futuro cabrón que lo ensombrece todo, mala leche, cinismo, crudeza, realidad, sarcasmo, precisión de cirujano que opera a ciegas porque no hay luz en la sala, miedo, terror ante la vida, desconcierto, fantasía, imaginación , inverosimilitud, sinsentidos, el tiempo enemigo al que agarrarse en medio de la nada, pérdida de anclajes, el otro- amplificador de las propias miserias, ridiculización y desmitificacion de lo sagrado, de la ética, de todo lo que aceptamos sin más, el mundo como pesadilla, como laberinto móvil sin puertas de salida ni áreas de descanso, ambientes asépticos y desapasionados llenos de verdades y de emociones subterráneas que bullen con toda la fuerza de la vida , necesidades y deseos condenados a la no satisfación eterna, dudas, malentendidos y despropósitos liándolo todo, el universo infinitamente cambiante, eterno retorno, la falta de control, la urgencia por escapar y por estar aquí, necesidad mortal de sentir, previsibilidad salvadora, anonimato balsámico, roles esclavizadores, agujero en las entrañas constitucional, relaciones epidérmicas, sucedáneos con los que subsistir, busqueda de no sé qué, insaciablidad, lluvia reparadora, el amor como actor secundario, la familia como losa...
" La verdad vive en el estómago, no en el cerebro". Diez palabras para resumir profundo mar azul y para resumirme a mí misma. Para justificar, quizás, mi torpeza a la hora de entender el mundo. Para encubrir un horror o para hacer poesía.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Restos de una hamburguesa grasienta y kilos de ketchup en mi cuerpo. Sueño y ganas de dormir muchas horas seguidas. Un día bonito con Diego como protagonista. Frío y nada que ponerme porque soy un desastre a la hora de hacer maletas. Un mensaje larguísimo para César en el contestador. Feliz cumpleaños gorrión. Sabes todo lo que te echo de menos. Menos de un día para pisar la isla. Para volver a tu lado.
Un aguijón de desasosiego fluye por mi sangre. Quiero que coincidan y se solapen líneas de diferentes tamaños. Será algo genético. Si no, no me explico.
Ayer celebraron Laura y Collado su boda. Ahora, según el código civil tendrán que ser fieles el uno al otro y colaborar a partes iguales en las tareas domésticas. Creo que sobran este tipo de incisos. Además, el que oficiaba el casamiento me sonaba. Qué casualidad, otra vez el poema de Luis Cernuda. Tío, no me jodas. Cómprate un librito de bolsillo y cambia el repertorio. Será por poemas de amor a mano en el mercado.
Pero todo esto no es importante. Lo central de ayer son las sensaciones . Al menos , para mí. Las lágrimas que salen solas, sin previo aviso cuando Laura recorre el pasillo al final de la ceremonia y al vernos mete un gritito y nos achuchamos y como no me da tiempo a lanzarle los pétalos de rosa se los restriego por la cabeza y nos reimos y nos emocionamos como crías y en ese momento, soy jodidamente feliz porque está guapísima y sonríe de verdad y el amor y alguna forma de dicha y de armonía se pueden palpar en sus ojos.
Ayer me sentí afortunada por estar allí. Por ser testigo de la felicidad de otras personas. Por darme cuenta de cuanto cariño existe entre nosotros. Porque el tiempo ha ido a nuestro favor.
Del resto de la velada me quedo con el baile que se marcaron después de la cena. Nada de vals ni hostias. Coreografía de fiebre de sábado noche con los Bee Gees a toda pastillas. Cojonudo. Muy valientes, sí señor.
A las dos nos retiramos para no terminar reventada. Me hubiese quedado un día entero pero el jodido cuerpo manda. Y ahora hay una cabeza que le hace caso, para bien o para mal. Para sobrevivir mejor.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Me despierto en medio de un inesperado otoño. Es pronto y puedo ver desde la ventana como el aire mece las ramas de los árboles. El día es de un gris tranquilizador y apenas hay ruidos fuera. Sólo el viento y una avioneta que en este preciso instante vuela sobre mi cabeza. Siempre me resulta reconfortante volver a Griñón. La casa es grande y todo huele a nuevo. Cada cosa está exactamente donde tiene que estar, ambiente impecable de tonos suaves.
Bajo descalza a la cocina y busco a tor y a nagor. Sé que no están pero un pedazo de mi cerebro los busca antes de aceptar su ausencia. Pienso en anoche. Justo nos cuenta un montón de cosas mientras reimos y cenamos con voracidad y ponemos muchachada en el ordenador. Pienso en que hace apenas dos meses vi por primera vez a Dani sentada en esta misma silla. Y siento nostalgia de no sé muy bien qué
( Estoy en una ciudad cualquiera. Hay chicas por la calle que podrían ser casi casi aspirantes a monjas. Alguien se burla de ellas. Yo observo la escena y paso de largo. Llevo un chándal rosa y las converse granates. Es ya casi de día y vuelvo de algún sitio. Abro una enorme puerta de un gran edificio. Debe ser mi casa. Cojo un ascensor con miles de botones. Doy al ocho. Conmigo suben dos personas. Ahora ya no llevo el chándal rosa. Probablemente me he cambiado. Uno de mis acompañantes me habla del libro rebelión en la granja. Salimos y me doy cuenta de que me he dejado el chándal dentro. Corro hacia el ascensor, las puertas se están cerrando y alguien me lanza una bolsa con el dichoso chándal. Después ya sólo me queda encontrar mi piso. El lugar es un caos).
En el aire hay besos que vuelan hacia el sur y se confunden entre las olas. Te quiero amor mío.

martes, 2 de septiembre de 2008

El mundo que late dentro de mí es invisible e imposible de transmitir. De fondo siempre hay ecos de verdades inexistentes, las que más pesan, que me hacen difícil traducirme la vida. Siempre ha sido así hasta que por fin una certeza me ha golpeado en la cara y en las palmas de las manos y en los dedos de los pies. Una certeza erguida frente a toda la incertidumbre que me supone vivir ( quererte como te quiero, ya sabes).
Martes de psiquiátrico y de conversaciones que pierden gas. A veces me resulto poco interesante, he de reconocerlo. O quizás, a veces, creo que sería mucho mejor si callásemos en vez de hablar. Las cosas grandes se hacen más pequeñas cuando se cuentan. O igual ha sido falta de entusiasmo, no sé. La cuestión es que esta mañana hubiese preferido el silencio. Sólo eso.
Entre grupo y grupo de pacientes mi estado de ánimo fluctúa por momentos. Sé que si F. se va al festival de música heavy , todo el curro y lo avanzado se irán a la mierda. Por otro lado le entiendo. Tanta frustración, tanto sufrimiento necesitan de algún tipo de redención. Me mira y sonríe con cara de pillo. Me dice que él es normal y que piensa hacerlo. Yo le miro y le hablo de una madurez que me ha costado siglos alcanzar. Crecimiento personal frente a subyugación pura y dura. ¿De qué coño estamos hablando?.
A última hora de la mañana entiendo perfectamente el término de demencia precoz. La esquizofrenia te diluye por dentro y lo que es peor, te atonta. He de bajar el nivel de expectativas o terminaré por frustrar a algunas personas. No quiero apropiarme de la estrechez de miras que tanto critico en los otros. Debo mirar alrededor saltándome, incluso, mi entusiasmo.
La tarde pasa veloz. Suave y acogedora. Comemos y nos queremos y hacemos otras cosas mientras la noche se va echando encima. Picasso y Lila no dejan de acecharnos. Conversaciones de ciencia ficción antes del último beso.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Sigilosa y desconcertante. Es la felicidad que está irrumpiendo en algún rincón de mis entrañas. Luces como rayos atravesando el cielo y haciéndolo temblar. Estrellas de colores suspendidas en el espacio que estamos construyendo. Dedos que tocan, ojos que perdonan. Me haces sentir más cerca del centro. Lugar olvidado entre una pila de ausencias y quejas estériles.
Mi país es la vida. Lo eres tú y lo son todas las cosas buenas que mis sentidos alcanzan. La imaginación queda relegada a un lugar lejano cuando se trata de quererte. Lo sublime y lo instintivo juntos, en perfecta armonía. Razones para quererte irreductibles a palabras.
Lunes en dos partes. En la primera paso las horas rodeada de personas a las que escucho o a las que cuento cosas. Me defiendo con la palabra y con lo que soy. Sé que lo hago bien y me dejo querer. La segunda parte comienza cuando Dani llega a casa. Tarde perfecta, siempre.
Hoy además pasó algo inesperado. Volvemos del cine y me doy de bruces con Luisa. Llevo meses culpándola de todo lo que le ha pasado a Jaime. Casi que odiándola. Ella me besa y no deja de acariciarme. Y me doy cuenta de que en esta historia no hay buenos ni malos. Y no siento ningún atisbo de rabia por ella. Porque, en realidad sé que la vida no es justa, que no hay culpables casi nunca, que lo más difícil es mirarse a uno mismo. De frente.
( ya no tengo canal plus, otro lastre innecesario menos)