martes, 24 de febrero de 2009

Martes feliz.
Por sentirte pegado a mi cuerpo mientras intento estudiar. Por las cosas tan bonitas que me dices y lo valiosa que me haces sentir.
Porque me cuidas y me haces reir.
Porque haces mis noches más cálidas y mis días más luminosos.
Porque pronto estaremos en la carretera. San Francisco, Los Ángeles, Las Vegas, da igual.
En la carretera, tú y yo.

lunes, 23 de febrero de 2009

Hoy el sueño me paraliza. Aún así puedo sentirme útil y sé que no es casual el hecho de que otras personas confíen en mí.
Hoy A. no habría subido al hospital a hacerse un tac si yo no hubiese estado a su lado. No tengas miedo le digo mientras la veo apagarse cada día más, envuelta en ese halo de terror y desesperanza absoluta. (Quizás nunca sabré la razón de su negativa a hacerse cualquier prueba, a vivir..).
J. hoy se ha venido abajo y nos ha contado a todos cómo ha sido su vida. Y no ha sido fácil, lo sé. Mi madre me abandonó, mi padre ha tenido muchas novias, yo empecé con las drogas. Gracias por compartirte, le digo. El resto mantiene un silencio tenso y yo me sorprendo de lo poco paranoicas que se vuelven las personas cuando hay alguien con ganas de escucharlas.. (¿o es sólo que está muy asustado?).
A I. la llevaron ayer a pasar el día a su casa. Está mucho más tranquila porque la doctora le ha dicho que está "fija" en la planta, que no la echaremos. Quizás sabe que afuera nadie la espera aunque tres veces al año salga de estas cuatro paredes. Vestida con el mismo puto chándal con el que entró hace 4 años pero contenta de ver a su familia. La que le roba toda su paga todos y cada uno de los meses y la que la proporciona cierta raquítica ilusión. (Inmensa si contamos con que es lo único que tiene, lo sé).
J. sigue fantaseando con la posibilidad de vivir solo, de hacer un viaje a Madrid para ver jugar al Tenerife contra el Rayo Vallecano. No duraría ni 2 días sin desestabilizarse y para él tampoco hay nadie fuera .
Entonces, ¿tendré que estar aquí toda la vida?.

domingo, 22 de febrero de 2009

He estado fuera de mí un tiempo. Esperando que no pase nada, ocultándome en el olvido. Poniéndole una venda silenciadora a mis ojos con la esperanza de así borrar todas las líneas que me salen torcidas mientras voy haciendo los trazos que son mi vida.
Pero no hay escapatoria posible. Vuelvo a necesitarme de lleno. Si no paro un rato ya no puedo continuar. No me sale vivir si no me siento mientras vivo. Y para hacerlo necesito buscar alguna verdad. Dentro o fuera, me es igual. Cierta o moldeada a mi antojo, íntima o apta para compartirla con otros ojos que la hagan más bella aún. Una certeza que me deje respirar.

Domingo pausado, en calma. Duermo a tu lado un sueño profundo del que prefiro no salir . Sólo quiero descansar muchas horas seguidas y dejarme llevar entre las sábanas y tu compañía silenciosa. Sólo dejarme arrastrar por tus besos y unas pelis y una canción de snow patrol mientras miro el mar desde el coche.

El Jueves recibí la noticia de que aún no hay que intervenir. Es una muy buena noticia que me alegra el corazón. Una tregua indefinida de parcial tranquilidad para así poder centrarme un poco más en los días que me quedan para estudiar. Otra vez la cuenta atrás de un examen definitivo.

Hoy tardaré en dormirme y tendré que vérmelas con esta cabecita hiriente que a veces toma el rumbo equivocado, que en ocasiones me vence con su tendencia cíclica e inútil a robarme la calma y la confianza.

viernes, 20 de febrero de 2009

Huele a ti. Cada vez que entro en el ascensor de las siete y treinta y cinco, ni un minuto más ni uno menos, se me echa encima tu olor como si fuera la peste que se empeña en rematarme cada mañana, sin compasión.
Podría tomar las escaleras. Juraría que existen unas escaleras en algún rincón sucio y olvidado de este edificio, una vía alternativa para claustrofóbicos y delincuentes.
Una posibilidad remota para que tu rastro no me persiga, pienso.
Y entonces me doy cuenta de que dejar de olerte sería el fin.
Y sigo tomando el ascensor de las siete y treinta y cinco. El mismo que tú tomaste antes de lanzarte a ese abismo inclemente que ahora todo lo ocupa.
Menos el espacio de tu olor. Asidero de la cordura que se me escapa y del deseo agonizante. Material imperfecto para soldar todas mis deseperanzas.

domingo, 8 de febrero de 2009

Último día en Madrid. En un par de horas saldré de aquí y
...atrás quedarán las relaciones confusas, los sentimientos mezclados , los ojos de Tor que ya se apagan tras su inevitable decadencia perruna,
atrás una parte de mí , la que juega a ser la hija que destapa las verdades que otros ocultan, la valiente y distante, la que se esfuerza en creer, la que me han obligado a ser,
atrás el orden impoluto y sobrecargado de este lugar, el frío invernal, los días sin reloj,
atrás las horas sin verte, sin tu pecho para descansar, para cerrar los ojos junto ese océano azul que es tu presencia.

(atrás quizás nunca quede nada, sólo algo más lejos en el espacio, en la memoria, en la piel)

viernes, 6 de febrero de 2009

Acabamos de llegar del hospital. Fractura múltiple de húmero y lo que es peor, posible rotura del nervio radial, el que recorre todo el brazo, según me he enterado esta noche.
Hace sólo un par de horas oíamos sus alaridos desde fuera de casa. Gritos de los que presagian una catástrofe. Hemos entrado deprisa, asustados. ¿Te ha mordido el torete, te ha dado una descarga... qué coño pasa?.
Y nos dice que se ha tropezado con el perro cuando cruzaba el garaje a oscuras.
Concatenación de putas casualidades. Esta tarde se ha ido la luz de parte de la casa y un rato después se ha apagado la caldera. Él salía para que los radiadores volviesen a funcionar. Tor se le ha puesto delante. El resultado, fatal. Y es que entra dentro de lo posible que haya perdido el brazo derecho.
El azar puede ser muy hijo de puta.
Mierda.
( Laura y Víctor nos esperan afuera. Nosotras entramos. Primero el médico, un residente de trauma probablemente , con la marca de las gafas de sol de su última aventura en la nieve, casi disculpándose nos habla de la mala suerte que ha tenido. Después le vemos en una minúscula salita junto a otros dos pacientes. Le hablamos desde fuera porque no hay espacio para entrar. Está mucho más tranquilo, el dolor ya no le arde, quizás no es consciente de lo que ha pasado, quizás se está protegiendo.. mientras que me quede una mano para juguetear con el ordenador y darle al mando a distancia me conformo, nos dice riendo. Me produce ternura verle así y deseo con todas mis fuerzas que mañana haya buenas noticias).
Hay que joderse.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Hoy se me han juntado el sueño picajoso y una extrasístole de las de alta potencia. Será por eso que me ronda una ligera desazón, minúscula como una astilla invisible clavada allí donde el cuerpo te avisa que duele.
Hoy mamá se ha echado a la calle para comprarme nata para las fresas y chocolate del que me gusta. Y es que si el amor se midiese por lo que comes, yo soy la tía más amada por su vieja de este planeta.
Hoy Nancy, preñada hasta las trancas y en mitad de una tarde imposible, ha metido en el coche a Diego y se ha venido a hacerme compañía, diez minutos sólo que se me hace de noche.
Hoy he conseguido estudiar de forma casi aceptable, luchando contra una concentración desconcentrada. La misma que en un tiempo me obedecía, fiel, sumisa, exitosa.
Hoy desearía que estuvieses aquí, justo dentro de mi cama.
Tu cuerpo..

martes, 3 de febrero de 2009

Casi no distingo su voz ronca y entrecortada. Es Dani al otro lado del teléfono. Menudo constipado te has llevado de los madriles. Alárgalo un poco y cuando vuelva yo te cuido. O mejor, recupérate antes del domingo que van a ser demasiados días sin vernos...
Cosas así le digo al chico que me ha robado el corazón. El mismo que me hace pensar que las palabras no son apenas nada frente a unos ojos que te miran.
Me has dicho cosas en silencio de las que es imposible dudar. Más nítidas y estremecedoras que la mejor combinación posible de todas las palabras.
Está sentada frente al televisor con una copa de vino y un libro abierto. Me habla sin ni siquiera mirarme. Yo la contesto pero estoy lejos.
Por la noche después de tomarse la pastilla para dormir, narcotizada y algo más deshinibida, se acercará a mí mientras trasteo en el ordenador y me lanzará los mismos dardos de siempre. Son dardos multicolores provistos de un amor incompleto, inoculados de un reproche ancestral, de una insatisfacción primaria.
A veces pienso que no sabe querer y eso le pesa. Y supongo que no se merece tanta amargura.
Pero yo estoy a años luz, a tantos centímetros de distancia..