domingo, 8 de marzo de 2009

Un enorme globo de colores se pierde en el cielo. Corre una brisa fresca que hace temblar las hojas de los árboles mientras un olor a tierra mojada se mezcla con el calor de la noche. Luces de neón por todas partes anuncian la entrada a la ciudad. Tu mano en mi rodilla me recuerda que soy feliz y es en ese instante cuando saco la cabeza por la ventanilla del coche y respiro profundamente todos los olores que me esperan y cierro los ojos para que un millón de destellos se balanceen rítmicamente sobre mis párpados. Hemos llegado a algún lugar que ya soñamos en otra vida y sin embargo, todo es extrañamente familiar.
Fin de la historia.

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