miércoles, 6 de enero de 2010

Paseamos por el paisaje volcánico de Malpaís y nos impregnamos de la brisa marina y respiramos el potente olor a salitre. Hace calor y apenas nos cruzamos con un par de excursionistas y un tipo extraño que, de lejos, se nos antoja un salvaje o un delincuente.
Después comemos en la cofradía de pescadores y le alegramos el día a un gatito de motas marrones y ojos verdes que devora varios trozos de pulpo y de calamar que le lanzo al suelo.
Una parada en casa de Sonia para no caer en las garras de una siesta que después por la noche pasará factura y cierre del día en el sillón deshilachado a golpe de zarpazos gatunos, mientras vemos una peli y otro capítulo de miénteme y yo lucho desesperadamente contra mis párpados que se empeñan en cerrarse, en caer, en raptarme...
Ya me está pasando otra vez.

No hay comentarios: