lunes, 11 de agosto de 2008

Me gustaría enlentecer el ritmo de mi cabeza. No dejar pasar nada de largo. Pararme a mirar alrededor. Porque el paisaje es abrumador. Su textura es la de mi piel bajo tus manos, la de tus dedos cuando se enlazan con los míos.

Esta mañana me he despedido de Susana en el puente que da a la calle la noria. Mientras ella habla por teléfono me apoyo en una barandilla y me quedo mirando. Las escaleras que me llevaron hasta Dani. El aparcamiento donde tocó aquel grupo hortera que poco me interesaba. Las mesas del Bulán donde suelo cenar con Jaime de vez en cuando. Al fondo el callejón del miedo. El mismo callejón que ahuyenta todos mis temores. El que me conduce a ti.
Un abrazo de despedida y un nos vemos. Seguro.

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