sábado, 9 de agosto de 2008

Viernes sofocante. Hace más calor que de costumbre y mi tensión se desploma por momentos. Siento miedo pero sé que no es nada. Duerme Esther, sólo es eso.
Antes pasan Sonia y Guille a recogerme y nos vamos a la Charcha. Nos morimos de hambre los tres. Hablamos sin parar y se nos hace más tarde que de costumbre, no hay prisas ni destinos imaginados por alcanzar. Por fin.
Antes paso la mañana intentando convencerme de todas las cosas que debería estar haciendo y no hago. Dejándome arrastrar por la desidia y la culpa. A ratos cumpliendo, a ratos dejando al tiempo pasar, cogiéndole de la mano y riéndome en su cara.
Después de todo, la voz de Dani. Cada vez más cerca de la frontera. De una línea que nos tendrá durante unos días algo más lejos. Una línea enemiga que me robará su voz ( vibración y bálsamo, caricia que me hace sentir en casa).

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