domingo, 7 de septiembre de 2008

Busco algo de información en la red sobre Peter Hobbs y apenas hay nada. Las mismas reseñas que aparecen en la portada de sus libros y un par de imágenes. Le miro. Es atractivo, sus labios son finos, pómulos afilados y unos grandes ojos marrones de mirada socarrona. Tiene la belleza de una niñita que no ha roto un plato. Parece un tipo frío y lúcido, de los que no se quejan demasiado aunque sepan de que va la historia.
Leer profundo mar azul me ha supuesto una experiencia de reconocimiento. Al fin y al cabo Peter Hobbs habla un idioma universal. De la angustia existencial no se libra ni dios. La diferencia sólo la marca la manera de hacerla frente y la forma de articularla y ponerle cara.
Enfermedad, decrepitud, el vértigo que impone el azar, el cuerpo como destino, incomunicación, soledad, distancia doliente del otro, pérdidas, rabia, pasados aplastantes que hacen del presente un lugar irrespirable, fatalidad, futuro cabrón que lo ensombrece todo, mala leche, cinismo, crudeza, realidad, sarcasmo, precisión de cirujano que opera a ciegas porque no hay luz en la sala, miedo, terror ante la vida, desconcierto, fantasía, imaginación , inverosimilitud, sinsentidos, el tiempo enemigo al que agarrarse en medio de la nada, pérdida de anclajes, el otro- amplificador de las propias miserias, ridiculización y desmitificacion de lo sagrado, de la ética, de todo lo que aceptamos sin más, el mundo como pesadilla, como laberinto móvil sin puertas de salida ni áreas de descanso, ambientes asépticos y desapasionados llenos de verdades y de emociones subterráneas que bullen con toda la fuerza de la vida , necesidades y deseos condenados a la no satisfación eterna, dudas, malentendidos y despropósitos liándolo todo, el universo infinitamente cambiante, eterno retorno, la falta de control, la urgencia por escapar y por estar aquí, necesidad mortal de sentir, previsibilidad salvadora, anonimato balsámico, roles esclavizadores, agujero en las entrañas constitucional, relaciones epidérmicas, sucedáneos con los que subsistir, busqueda de no sé qué, insaciablidad, lluvia reparadora, el amor como actor secundario, la familia como losa...
" La verdad vive en el estómago, no en el cerebro". Diez palabras para resumir profundo mar azul y para resumirme a mí misma. Para justificar, quizás, mi torpeza a la hora de entender el mundo. Para encubrir un horror o para hacer poesía.

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