viernes, 16 de enero de 2009

Once de la mañana. No ha llegado mucha gente aún. Estoy extrañamente tranquila. El hábito y la familiaridad están dando al traste con todos mis miedos escénicos. Hoy habrá programa doble. Documental de radio colifata y una charlita-debate después.
(Esta mañana me desperté más pronto de lo habitual. Inquieta y segura de que ya no me volvería a dormir. Digamos que le gané tiempo al día e hice muchas más cosas de las que suelo hacer a esas horas ).
Ya son las once y cuarto. Unas palabras rápidas e improvisadas de bienvenida y apagamos las luces. Ver a Rosi otra vez me hace sonreir. Exhala una belleza tímida e irrefutable, sobrecogedora. La hora y media se pasa volando. Yo me vuelvo cada vez que se abre la puerta , escudriñando el ambiente en busca de sorpresas.
(Hoy pensé en lo difícil que a veces me resulta entenderme, amansarme, cortar de cuajo con el desaliento, reconciliarme con todas las hoquedades).
Enciendo las luces y se abre la veda de las impresiones, el debate, las opiniones . Julia dice que desde que me conoce todo le ha cambiado. Que soy su hada. Todos están de acuerdo en algo. Les ha gustado la película , la forma en que se acerca al paciente psiquiátrico, la invitación que nos hace para que busquemos nuevas fórmulas de tratamiento, para que reinventemos la locura. El ambiente es acogedor y poético. Un grupo de personas compartiendo las ganas de, la inquietud, los sueños, las penas.
(Esta mañana he vuelto al médico. Quisiera que el tiempo se parase para no tener que volver nunca. Mantenerme en una espera infinita de amnesia y seguridad).
Pienso que siempre estamos los mismos. Que ningún psiquiatra se ha dignado a pasar. Que lo que se ha movido hoy entre estas cuatro paredes tiene poco que ver con lo que hay fuera. Que quizás estemos haciendo algo importante al desmarcarnos de ese afuera.
(Todo converge en un mismo plano. Todo es ahora y es nunca más).
Según bajo para casa me percato de que llevo en el bolsillo del pantalón una caja de costura minúscula. Es un regalo de Teresa. 74 años de lucha y dignidad. Me gusta como nos cuenta sus historias. Su inocencia y su elegancia. Pasé por la mercería y te lo compré, es una tontería. Flipo con esta clase de tonterías. Y no puedo disimular otra sonrisa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo te animo para que sigas haciendo las cosas de la manera que tu piensas que se deben hacer La vida me ha enseñado que perseverancia es la manera de conseguir beneficios y metas Estoy seguro que si tu piensas que esa es la manera correcta de ayudar al paciente, esa es la manera correcta
Que no te vean desfallecer las brujas y los que estan al lado equivocado de la valla.
te quiero
bssssss
DANIE"LO"