jueves, 28 de mayo de 2009

Bostezos a todas horas. Masajes los martes y los jueves. Puré de verduras y tostadas de nocilla. Personas que son símbolo de aquello que detesto. Unos ojos azules pesados como el acero. Y la alquimia de tantos gestos que hacen el aire más respirable, la vida más llevadera.

Hoy es un jueves cualquiera de una semana costosa. Intento aplacar mi ira. No revolverme por dentro más de la cuenta y sobre todo no colocar las piezas del puzzle en los lugares equivocados.
Porque aunque me tiemblen las manos no pienso dejar que mi cordura se vierta y se confunda entre otras corduras impostoras.
La oscuridad es sólo una elección . Y por suerte aún quedan millones de destellos de luz a los que dar caza con el empeño por única arma.

( El gorrión ha vuelto para quizás no quedarse. Al final resulta que el que más se dejaba arrastrar por los acontecimientos ha sido el único capaz de marcarse un destino ajeno a todo lo previsible, lejano a cualquier facilidad. )

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