viernes, 16 de octubre de 2009

Hoy se ha marchado O.
Lo ha organizado todo para poder pasar la mañana en la playa.
La brisa, la arena bajo los pies, el cielo azul, la metadona, las miradas indiscretas y esa ansiada libertad te esperan.
Adiós al régimen hospitalario, adiós a ese seguridad de días contados que te salva y te condena y te protege de ese enemigo que llevas dentro, el más injusto de todos.

Para mí hoy el mar es un monstruo cruel y poderoso que se ha tragado a Lisa y la ha devuelto a tierra convertida en un residuo de carne despedazada. Puedo ver lo que queda de su bracito a través de una ranura de la bolsa mortuoria. Puedo emocionarme mientras le abre la cortina del baño a su hermana que se queda pasmada y oculta tímida su desnudez, para soltarle cualquier trivialidad y seguir a lo suyo.
También puedo sentir el dolor de Keith, la espiral de autodestrucción y abandono a la que se ha visto abocado después de perder el sueño de una vida enmendada, después de invertir todos su esfuerzos en construirse un espejismo que día a día iba mutándose en algo más real.
( y de nuevo el desierto; y el terror a quedarte sin motivos).

Pero volvamos al universo palpable.

Y a O. Heroinómano esquizoafectivo que ha perdido ya la cuenta de tanto ingreso. Con su pelo gris rizado sobresaliéndole por todos lados y sus dientes estropeados y esa humanidad sepultada entre kilos de melancolía y derrota. Con el deseo de amar intacto escondido tras unos ojillos tristes y una sonrisa siempre volcada hacia afuera. Quiérete más, le habré dicho un millón de veces.

Y a mi cuerpo que vuelve a fallar. A mi amplificada conciencia de un fin cercano e inevitable y a mi empeño en creer que los finales previstos son los que más tarde suelen llegar.

Y la buena noticia de que Jaime por fin ha cobrado el seguro que le permitirá volver, quizás, a ser alguien parecido a quien un día fue. Porque el dinero restaura dignididades y transforma vidas que ya han agotado todas las salidas. Y Jaime vivía en un callejón donde ya no entraba la luz.

( El fin de semana por delante para frenar las arritmias. Sonríe, me dijo alguien y nunca dejo de hacerlo aunque a mi corazón se le tuerza el gesto).

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