domingo, 17 de abril de 2011

Día gris de silencios. Duermo durante toda la mañana.
Hoy no tengo ganas de tener ganas de nada. Hoy me dejo abandonarme.
Mientras retumban en mi cabeza los reproches y el hastío, mi cuerpo va cediendo terreno a la nada de un sueño blanco, mudo.
Y del dolor presentido, del cansancio del que lleva demasiado tiempo en el mismo sitio, vuelve mi necesidad de recogimiento. Hundirme otra vez en las palabras. En la tibieza de un texto que se me resiste, que me seduce, que me dibuja una mueca única e íntima  de satisfacción de la buena.
A veces, echo de menos mi tristeza y me aterroriza dejar de sentirme. Otras, solo escapo con el piloto automático a todo volumen, para así no oírme demasiado.

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