lunes, 18 de abril de 2011

Entre nuestros dos cuerpos yace el gato.
Unos centímetros nos separan mientras el gato, ajeno a cualquier distancia,  descansa arropado por nuestra piel y nuestro olor y el calor que todavía emanamos.
Y miramos la pantalla del televisor.
Nos esquivamos entre fotogramas en blanco y negro y una musiquillla atronante y unos personajes inverosímiles e inmaculados. Cine a raudales para una tarde de domingo que terminará con su mano entrelazada a la mía y mi sonrisa dándole esquinazo a mi obstinación.
Como cada noche, nos besamos apasionadamente.
Al cerrar los ojos me percato de todo Ahora sé que le quiero. Que hoy tampoco dormiré en condiciones. Ahora sé lo que me importa.

No hay comentarios: