lunes, 4 de agosto de 2008

No quiero tirar la toalla pero creo que el trabajo de esta tarde ha sido estéril. Porque a veces no van los engranajes y de alguna forma es posible hacer que la máquina vuelva a funcionar. Pero hoy me ha dado la sensación de que las piezas estaban totalmente jodidas. M. me dice con una sonrisa que se detesta y que ha pensado matarse. F. plantea unos malestares tan bizarros que no me explico como aún puede seguir cuerdo. Yo les escucho estupefacta. Ya es coincidencia que en el mismo día me tope con dos personas tan difíciles.
Después Jaime me espera. Me escucha y muestra mucho más interés del que podría esperar por las cosas que me han pasado estos últimos días. Piensa que aunque no es posible algo le dice que va a pasar algo que lo cambie todo. Que su vida es ahora una pecera donde da vueltas y más vueltas, pero que algo está por llegar. Mientras tanto no pienso fallarle. Me decanto por constancia frente a intensidad, lo sé. Pero es lo que puedo darle y él ha aprendido a aceptarlo.
Despedida rápida porque quiero escuchar a Dani. Su risita. Sus palabras. Su amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ningun alma pide intensidad cuando ya la ha probado en sus dos orillas.Lo que si piden desesperadamente es saber que siempre va a haber otra alma dipuesta a escuchar y a intentar comprender....una presencia tangible a la que poder agarrarse,cual tabla de madera en un naufragio.
ya decidí.
danie"lo"