lunes, 1 de septiembre de 2008

Sigilosa y desconcertante. Es la felicidad que está irrumpiendo en algún rincón de mis entrañas. Luces como rayos atravesando el cielo y haciéndolo temblar. Estrellas de colores suspendidas en el espacio que estamos construyendo. Dedos que tocan, ojos que perdonan. Me haces sentir más cerca del centro. Lugar olvidado entre una pila de ausencias y quejas estériles.
Mi país es la vida. Lo eres tú y lo son todas las cosas buenas que mis sentidos alcanzan. La imaginación queda relegada a un lugar lejano cuando se trata de quererte. Lo sublime y lo instintivo juntos, en perfecta armonía. Razones para quererte irreductibles a palabras.
Lunes en dos partes. En la primera paso las horas rodeada de personas a las que escucho o a las que cuento cosas. Me defiendo con la palabra y con lo que soy. Sé que lo hago bien y me dejo querer. La segunda parte comienza cuando Dani llega a casa. Tarde perfecta, siempre.
Hoy además pasó algo inesperado. Volvemos del cine y me doy de bruces con Luisa. Llevo meses culpándola de todo lo que le ha pasado a Jaime. Casi que odiándola. Ella me besa y no deja de acariciarme. Y me doy cuenta de que en esta historia no hay buenos ni malos. Y no siento ningún atisbo de rabia por ella. Porque, en realidad sé que la vida no es justa, que no hay culpables casi nunca, que lo más difícil es mirarse a uno mismo. De frente.
( ya no tengo canal plus, otro lastre innecesario menos)

No hay comentarios: