jueves, 14 de mayo de 2009

Los días se suceden sin descanso. Llenos de acontecimientos para sentir, para pensar, para frenar en seco y contemplarme.
Los días se me hacen demasiado pequeños. Copias difuminadas por una mano incierta de dedos veloces y caprichosos.
Los días son el testigo de mi paso por otras vidas, otras historias, otras miradas, sobre el mismo telón de fondo, el que yo hilvano con cada suspiro.

Últimamente busco sin descanso la manera de alimentar mi esperado equilibrio. De que las grietas de lo cotidiano no se resquebrajen nunca más. Lo hago huyendo de cualquier opción a la desdicha, recreándome en la luz de la noche, levantándome antes de llegar al suelo.
Y así, todo resulta algo más fácil.

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