miércoles, 20 de mayo de 2009

Me gustan los días como hoy. Sentir a Dani despacito alejándose de mi cama y despertarme más tarde con la anatomía de mi lado, dejándose hacer, dejándome la vía libre para la acción de la mañana.
Mi conciencia entonces se convierte en la aliada que necesito para espantar la carga constante que supone arrastrar un cuerpo que es una señal de stop desubicada en todas partes.
Y mientras me recreo en este hecho de magnitudes inciertas tomo rumbo al puente que me lleva al tranvía y a la cuesta del árbol de cuento que me conduce al lugar donde me sentaré un ratito a pensar y a perder el tiempo antes de decidir qué hacer con las horas que siguen, todas mías.

Primero M.A. Receloso y tristemente engreido. Asiente a mis planteamientos mientras sus ojos me gritan un no rotundo. Unas horas más tarde terminará reducido e inmovilizado en una cama que no le pertenece por agredir a dos enfermeros.Esther, cuéntalo en la reunión que a nosotros ni caso, me dice Yasmina. Pienso que la rabia no es buena compañera de viaje. Ni la mala suerte ni ser un jodido perdedor, pero de los de verdad, no de esos a los que cantaba Beck , de los que generan un rechazo automático allá donde vayan.
Después JF. Bizarro y de mirada oscura. Ahora ha aprendido a reconocer las marcas de su piel como la erosión del tiempo sobre su cuerpo.Ya no son la señal indiscutible de fuerzas malignas que intentan destruirlo. Después de tantos días de encierro yo también negaría cualquier idea descabellada. El aire de la calle puede ser el antipsicótico definitivo. Con fecha inminente de caducidad, eso sí.
Y M. 19 años de despropósitos. Consumo de drogas desde los 11. Muchas causas pendientes y una familia capaz de enloquecer al más cuerdo. Añadamos al cóctel su inteligencia mínima y una estructura psicótica que ha crecido sobre los cimientos de la marginalidad, la violencia y el desorden. El resultado es el inevitable: un puto peligro que en breve andará suelto por las calles.
Esther, a mí me han jodido la vida y yo pienso jodérsela a todo el que pueda. ¿Cuando salga de aquí? Traficaré con drogas, que por ochocientos euros yo no trabajo.¿Mi futuro? Una cuneta donde acabaré tirado, me suelta impasible . ¿La razón de lo que me pasa? Los espíritus que no me dejan pasarme al lado bueno. ¿Mi héroe? El vaquilla. Y Franco.
La mañana termina entre juegos y risas mientras me admiro de todo lo que aún queda en ellos, de muchos de ellos.

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