miércoles, 6 de mayo de 2009

¿Y si lo malo no estuviese por llegar?, ¿y si nada se pudiera torcer nunca más?. Ese pensamiento y no otro me asalta , como un deseo con vocación de verdad absoluta, mientras un taxi me lleva a casa.
Son las tres de la tarde y el sol por fin hoy ha dado la cara. Ni siquiera me he puesto una chaqueta antes de salir de casa esta mañana. Y es que el calor podía palparse en los colores de la calle, en los comentarios de la gente, en mis ojos ya sin nubes pintando de gris el cielo.
Una siesta pequeña y de un salto llego al gabinete donde T. me espera. Antes me cruzo con Silvia que me tiende la mano. Tocarse es una bonita forma de saludarse. Lástima que al final nos besemos. Casi una hora y media de terapia. Un momento Esther. Me estás diciendo algo que ya me dijo alguien hace tiempo. Exactamente lo mismo que me dijo aquel cura. Las mismas palabras.
Después un zumito de naranja en la terraza de siempre. María hoy está reventada y a mí ya me queda poco para que se me agoten las reservas. Hablamos sentadas en un banco de la avenida marítima. Sus ojos marrones brillan delicados y despiertos.

Y Dani en casa esperándome. Y yo que me dejo acariciar con los ojos cerrados.
Feliz de amarte de esta forma. La mejor que he conocido.

( no me olvido de las palabras de Ruth, preciosas , ni de la noche de Sonia en el paritorio con las emociones zarandeándola de un lado a otro.. )

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