lunes, 20 de julio de 2009

Las agujas del reloj siguen dando vueltas a una esfera de agua y sombras, de eternidad y muerte. Afuera rugen los motores de los coches. Adentro suena la música mientras busco algo que contar que no haya dicho ya antes. Tarea demasiado pretenciosa la mía.
La mañana del sábado nos lanzamos a una nueva experiencia .Dani y yo en mitad de aquel lugar con un bono regalo entre las manos y la curiosidad palpitante. Masajes relajantes proporcionados por bellas mujeres que te desnudan y se deslizan suavemente por todos los rincones de tu cuerpo. Cada cual en su habitáculo de velas y luz tenue. Con sus pensamientos y sus sensaciones particulares. Confiar es respetar la soledad del otro. Y así lo hicimos.
Si hay algo que deseo de manera inequívoca es aprender a vivir con cierta soltura bajo mi piel. Y en ese camino siempre hay un otro que te facilita el propósito.
Ahora ese otro se llama Dani y tiene una bonita sonrisa.
Y ahora es siempre cuando el futuro deja de gobernarme.

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