lunes, 6 de julio de 2009

Se suceden los días a una velocidad incendiaria. Casi no hay tiempo para los remordimietos ni espacio para las ausencias. Todo podría ser incluso perfecto si impulsada hacia el espacio lejano, me observase desde alguna estrella a punto de explotar para siempre. Un poco antes de la detonación definitiva cerraría los ojos y desde el fondo de todas mis entrañas querría ser lo que he sido hasta hoy. Ninguna otra cosa.
Y las escenas de la última película serían una sucesión precisa e interminable de momentos redondos y astillados que añorarían todas las células de mi cuerpo.

Lunes de sol radiante. Haciendo las paces con mi corazón para que me siga el ritmo. Un trillón de mensajes y palabras que me conmueven y me envuelven en un manto de dulces deseos. La suerte de por fin hoy poder cumplir con mi trabajo.
Y Dani acariciándome mientras sonríe, mientras los gatos nos acechan, mientras nos atiborramos de pelis y de todo el amor del mundo.

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