lunes, 13 de julio de 2009

Tengo un largo listado de quehaceres por hacer en el día a día que, de cumplir religiosamente con no más de la mitad de ellos, mi fantasía me dice que así le extraería mucho más jugo a las horas veloces, a ese ínfimo tramo que la naturaleza o el azar o un ser superior al que no tengo el gusto de creerme, me han regalado, y que sólo yo puedo dotar de un sentido pleno y redondo, como un gran disco de caramelo cargado de todas las canciones que me han hecho explotar de gustazo y me han erizado las pasiones.
Supongo que lo que me pasa es que quiero meterme en la cama por las noches con la mente despejada y el alma satisfecha y para eso he de convencerme de alguna manera de que estoy exprimiendo al máximo los espacios libres de fatiga, arritmias y pasados pesados que se repiten por más empeño que le ponga en echarles lejos, a una distancia segura que me libre de su embrujo inevitable.
Ejercicio, comer ok, currar ok, cuidarme el cuerpo, leer, escribir, hacer fotos, verlas, ver pelis, ponerme al día con lo que pasa en el mundo, relajarme, meditar, tolerar las frustaciones y cambiarle el título de tragedia a sucesos pasajeros consustanciales al mero hecho de existir, escuchar música.. son sólo algunos elementos a integrar en esa infinita lista de propósitos que salvan y alimentan y acallan a mi conciencia tirana y gritona.
Porque siempre puedo hacerlo algo mejor mientras la anatomía no me paralice.
Porque me sobran ganas y motivos.
( te quiero, te quiero, te quiero )

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