miércoles, 9 de septiembre de 2009

El mayor desafío no es ser uno mismo. El más grande es querer ser lo que en realidad se es. Y querer a los demás tal como son.
Después están otros desafíos menores, y no por ello menos difíciles, como aprender a dejarte de hacer preguntas que no tienen respuesta o aceptar que puedes ser tan grande o tan pequeño como te sientas en un momento dado.
Para mí, la vida misma es un inmenso desafío de proporciones inestables y difusas, y cada instante una encrucijada, acechada por el desacierto y la culpa y a rebosar de ganas y más ganas de todo.

Miércoles de psicoeducación familiar. Suenan móviles y hay alguien que entra y sale de la sala como si estuviera en su puta casa. Os agradecería que no hubiera interrupciones, suelto, tragándome cualquier señal de acritud o mala uva. Grr.
Al terminar digo que ya hemos terminado y todo el mundo ríe. No entiendo donde está la gracia y además, nadie se levanta. Será que no quieren marcharse, pienso. O quizás es que tengo cara de chiste, quién sabe.
Cuando por fin conseguimos despedirnos de la última madre, que pregunta en tono de súplica si su hijo mejorará aunque sea sólo un poco ( ¿es pecado mentir?, me digo ), Dalia me dice sonriente que le ha encantado la sesión. A mí me pasa exactamente lo mismo.
Reconozco el trabajo bien hecho y reconozco a la gente que es algo más feliz después de haberme colado un rato en sus vidas. Y son esas dos cosas las que me hacen disfrutar y las que visten mi conciencia de colores brillantes y luminosos.
Además hoy he puesto algo de orden en mi caótico despacho.
Todavía sigue habiendo muchas fotocopias por todos lados, una maceta con una planta que le queda grande, dos cuadros de tonos chillones y contenido incierto, juegos tirados por el suelo, tres botes hasta arriba de rotus y bolis, un archivador del viejo manicomio, dos muebles desgastados que no pienso cambiar hasta que se caigan a trozos, una camilla verde para " hacer sesiones individuales de relajación", je , un corcho atravesado por tres chinchetas con sus respectivos horarios,idénticos a los que me hice hasta quinto de carrera, una radio que a ratos me transporta al universo de radio 3, varias flores artificiles que alguien me hizo y que parecen de verdad y un sinfín de objetos más o menos útiles, sin los cuales estaría completamente perdida.
Para ser sincera antes el contenido de esta habitación era el mismo, con la salvedad de que he tirado algunas hojas y de que revolverlo todo me ha hecho sentir mucho más eficaz y responsable.

En un rato besaré a Dani y le abrazaré fuerte. Comeremos y nos tiraremos al sofá. Y pensaré en lo dulce que es tenerle cerca y lo maravillosamente imperfecto que es todo. En mi suerte despierta.
En el amor que por fin ha llegado para quedarse.

No hay comentarios: