miércoles, 23 de septiembre de 2009

Sonrío por dentro mientras me voy tropezando por el camino con gestos, palabras, detalles, que hacen de mi pequeño mundo un lugar más apacible donde habitar sin miedo.
Y cuando miro alrededor me cruzo con otras miradas que iluminan mis pasos y mis ojos resplandecen y mi corazón salta y se empeña en no pararse jamás. Resiste, le digo.

Es Sonia y su compañía incondicional, tan necesaria.
Dani y esa sensación de calma que me produce, como si de fondo sonase siempre mi canción preferida, ya lo sabes.
Jaime que por fin empieza a salir del agujero y a escapar del terror que le había roto en mil pedazos.
César siempre en otro lugar y siempre a mi lado.
Laura y Ruth que me dicen, sin reparo, lo agradable que es tenerme cerca, agradecidas y llenas de una vitalidad recubierta de inocencia transparente.
Nancy y Justo sacándome el lado más payaso y divertido, guardándome un hueco siempre en sus vidas.
María y nuestras largas charlas al lado de un batido de fresa y la tarde haciéndose noche.
Tania con esa vida revuelta y ese nudo en el estómago que se disuelve al rozarnos.

Y todos los que sacan de mí lo mejor, los que me admiran y me valoran tanto, y también los que me ponen de frente con mis demonios, sólo así podré domesticarlos, me repito hasta casi creerlo.

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