lunes, 21 de diciembre de 2009

He hecho un blog del lugar donde trabajo: un hospital psiquiátrico de ambiente rancio y aires manicomiales. Para hacerlo primero me he tenido que buscar un aliado. Alguien con cierto poder que saque la cara por mí cuando se me echen encima. Y lo he conseguido. Después sólo ha sido cuestión de dejarme llevar por esta cabeza acelerada cargada de ideas y objetivos y entradas y enlaces y números de teléfono y contactos varios. Tampoco ha sido difícil implicar a los pacientes. Están sedientos de actividad y de ideas a pesar de la camisa de fuerza química que los oprime y del robo diario de dignidad a que están expuestos.
Entre mis compañeros no ha habido frases de ánimo ni frases de nada. Que conste que fui uno por uno contándoles lo que iba a hacer, que incluso les di una hojita con la dirección del blog, animándoles a participar. Sin embargo, y a pesar de su silencio y sus caras vueltas hacia otro lado, no puedo evitar verles fisgoneando la página, entrando y saliendo a toda prisa por si son cogidos in fraganti, saboreando el gustillo del vouyer que mira sin ser visto.
A mí, toda esta avalancha de olvido y descrédito me hace pensar que no lo estaré haciendo tan mal. Si no encajo en este puto sistema, es que voy por buen camino.

(día de prisas, algo ha accionado el acelerador dentro y no puedo pararlo, uno de los ingresos nuevos habla un español con acento inglés tan afectado que no puedo evitar ver a los morancos cada vez que abre la boca,casi no me ha dolido la rodilla, apenas duermo la siesta, picasso me persigue como un poseso, estoy engordando, cada vez que pienso en Dani me doy más cuenta de todo lo que ha madurado la relación, de todo lo que he cambiado yo y de lo bien que me siento así, la tarde la paso en el centro con Sonia y María, llueve un rato pero no deja de hacer calor, un taxi de vuelta a casa y cosquillitas en las orejas )

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