martes, 22 de diciembre de 2009

Hoy se hará un brindis en el hospital por eso del año que acaba. Hace siglos me hubiera repensado seriamente la posibilidad de asomarme por allí, pero hoy voy directa, expectante, a ver que se cuece entre las bandejas de canapés perfectamente alineados y los vasos de plástico para la coca cola y el seven up.
Alguien hasta se ha molestado en poner la radio: los 40 principales, nada más y nada menos.
Primero me saluda un tipo que llevaba sin dirigirme la palabra dos años. No exagero. Pero desde que he sacado la plaza ese pirado ha cambiado de estrategia. Le sigo el juego alucinada.
Después miss corte inglés me habla de la importancia de ir adecuadamente bien vestido al trabajo. ¿Será una indirecta?. Yo le digo que lo que a mí me importa es la comodidad, sentirme más o menos a gusto con lo que me tapa la piel. Que yo vistiendo, por ejemplo, como ella, me vería rara. Claro, claro, no es cuestión de disfrazarse, me suelta.
Charlo un ratito con María, una residente de psiquiatría con cara de dibujo manga, simpática y muy agradable. También me trago una chapa de una trabajadora social parlanchina y pizpireta.
Me lo estoy pasando hasta bien.
Pero lo mejor está al llegar cuando miss galerías preciados saca su cámarita rosa y el pirado se pone a echarnos fotos en plan grupete feliz.
De verdad, que me cuentan esto ayer y no me lo creo.

( hoy me he saltado las clases porque me noto cansada, a veces intento buscarles algo bueno a todos, incluidos miss carrefour y el pirado, y una parte ingenua de mí, se la encuentra y me tacha de bruta y egocéntrica, la pierna no me responde, mi madre nos va a mandar pasta y algo más por navidades, qué triste, O. me ha dicho que lo que yo hago por ellos no se paga con dinero, ya no amo con miedo y empiezo a tener la actitud confiada de quien está acostumbrada a que la quieran.. final del día)

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