miércoles, 30 de diciembre de 2009

Me entristecen las cosas buenas. Porque pasan y no permanecen. Porque un día ya no estarán.
Me entristece que me quieran y que mis ojos se hayan acostumbrado tanto al paisaje, siempre el mismo mientras cambia.
Me entristece no poderme contagiar del alboroto de la calle, no creer en nada inmune al zarpazo del cinismo.
La realidad impostora es un espejo mágico y endiablado que me ciega y me deforma.
Mis convicciones son como barquitos de papel lanzados al mar embravecido.

( escucho a Mogwai sin calibrar demasiado mis palabras, Dani se levanta a beber agua y me da un último beso de buenas noches, tengo una sensación extraña desde hace días instalada en el estómago o en algún lugar cercano, me apetece dormir hasta no poder más y despertarme con mi cabeza recién pintada, de rosa a ser posible )

1 comentario:

Bárbara dijo...

Que tengas un feliz año, agridulce pero equilibrado en sabores.
Un beso.