lunes, 26 de abril de 2010

Huellas

Desanda lo andado y busca entre las huellas... Ésas fueron sus últimas y contundentes palabras, como si fuese tan fácil, no te jode. Gurú de poca monta, estúpido prepotente.. Estoy harta de su actitud críptica y enigmática. A lo mejor es que no se entera. No sería de extrañar que sólo fuese un farsante. De los que te cobran 100 pavos la hora, eso sí. Un farsante con suerte..
No soy una chica fácil. Él aún no lo sabe pero no lo soy. O él calla aguardando la catarsis final, el descubrimiento definitivo. Dice que yo tengo las respuestas. Claro que las tengo, joder. Pero con él me distraigo y hago casi literatura de lo que no son más que polvos de tres al cuarto, fugaces, sin sustancia, enormes y diminutos, qué coño importa..
Fácil, sucia y adicta al exceso. Lo sé, imbécil. Deja ya de mirarme así desde tu sillón desfasado. Oculto entre los vapores fluorescentes de tu lamparita de anticuario. Con esa carita de cortesía fingida, con ese interés que ni tú mismo te crees..
Coleccionista de lenguas y flujos anónimos, lo sé. Sin culpas que expiar ni purgatorios al final del túnel. Sólo otro cuerpo más y otro y otro.. Dulce vaivén sin destino, agrio balanceo sin final...
Desanda lo andado y sueña, me insinúas entre citas freudianas y esa manía de buscar un símbolo hasta en mis estornudos... Y yo sueño porque en el fondo sólo deseo obedecerte.
Dirías que un sueño así sólo puede esconder una verdad. Yo te diría que no esconde nada. Que la verdad es tan evidente que resulta casi ridícula, que es sólo un recuerdo infantil.. desnudo, grotesco y obvio, como yo misma..
Y sueño que somos niñas. A mí me ha tocado por sorteo de la puta naturaleza ser el patito feo. Un patito simpático, listo, descarado. Una patita ingenua y sin malicia, curiosa y llena de preguntas. Es verano y nos pasamos el día entero en la calle. Entonces los chicos se presentaban a las chicas. Nunca a la inversa. Subimos la cuesta que da al al kiosco de Martín y le vemos aparecer. Es el guaperas de turno y viene directo hacia nosotras. Risitas nerviosas, codazos, pellizcos y un incómodo calorcito que baña nuestras mejillas. Primero se acerca a ellas, a las hermanas, las que siempre ganan todas las competiciones de natación del barrio, robustas y hermosas . Se presenta, descarado y ufano, y cuando se les acerca para besarlas, ellas le extienden sus delicadas manos y le propinan un casto apretón. Son chicas guapas pero decentes. O quizás, precisamente por ser guapas no les queda otro remedio que ser decentes.
Me toca el turno, yo me acerco sin vacilar y antes de que mis labios empiezan a contraerse en una mueca de beso de niña, él ,ahora socarrón y altivo, me estrecha la mano y se da media vuelta.
No me besó el muy cabrón. Y yo ahora les beso a todos. Como si todos fueran él o algo por el estilo.
O eso pensaría mi psicoanalista si alguna vez le hablase de ello....

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué curioso cómo nos marcan ciertas cosas aparentemente diminutas...
Hace poco descubrí algo que ha marcado mi relación con el sexo opuesto. Ahora sé por qué siempre compito con los hombres... jejeje ;-)
ñ