martes, 3 de mayo de 2011

Paseo de domingo lluvioso. Hacemos una parada en una sala donde exponen fotos. Son imágenes sin alma. Enormes reproducciones fallidas y mediocres. Una auténtica tomadura de pelo si lo que buscas ahí dentro es algo de conmoción.

Volvemos a intentarlo y entramos en otra sala. Es gratis y no tenemos nada mejor que hacer. Y de nuevo me sobreviene la decepción. El tipo que ha pintado esto no me gusta. Por suerte hay una última serie de retratos incompletos con textos escritos a lápiz. Me gusta el más tonto de todos: uno en el que la Reina de Corazones le dice a Alicia algo así como que ella antes de desayunar ya ha pensado en cinco cosas imposibles que hacer.

Con el cine últimamente tengo más suerte. Incendies me deja alucinada. Mi punto débil son las mujeres fuertes. Las mismas que pueden empuñar un arma y perdonar a su enemigo. Las que creen en algo y no se dejan gobernar. Stone también me gusta. Hay que echarle huevos y destreza para crear con un par de pincelas unos personajes tan miserables y jodidos. Sin demasiadas concesiones, que para las medias tintas ya tenemos la vida real.

Y ya puestos, he de reconocer que hace tiempo que no me leo un libro que me haga disfrutar. Me paso la vida en la blogosfera y de vez en cuando cae en mis manos algún artículo con el que calmo mi conciencia adiestrada en la idea de que sin una formación permanente no dejaré de ser una más del montón. Como esas personas que pasan a tu lado sin pena ni gloria y que solo dejan rastro en pobres desgraciados a los que engañan como se engañan a sí mismas. Saturadas de tanta hoquedad. Penosas. Cutres. Y engreídas, las muy imbéciles (rostros nítidos se dibujan en mi cabeza, como el de ella, la que ha estado a punto hoy de tumbar a un paciente porque se ha pasado con la dosis de tranquilizante. Con haberle escuchado dos minutos habría bastado. Ignorante).

(hoy me he pasado media mañana con un gatito que ha aparecido en el motor del coche de Cachi; he ido a gimnasia y las pulsaciones me la han vuelto a  jugar y yo le he dicho a Carmen, la profesora, para así conseguir creérmelo, que no pasa nada, que me lo voy a seguir currando hasta que lo consiga, que hay muchos marfanes que no la palman jóvenes y yo seré una de ellos; la muerte resulta menos amenazante cuando por fin logras creerte que eres tú quien dirige tu vida).

Buenas noches.

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